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La AFW representa trabajadores y trabajadoras de la salud de 12 hospitales privados. Los 12 hospitales cuentan desde hace 45 años con convenios colectivos firmados por la AFW, que presta servicios a sus miembros de manera regular. La AFW tiene documentados numerosos ejemplos de trabajadores de la salud que reciben sueldos de miseria, padecen la violencia de los empleadores y se ven obligados a actuar como cuidadores personales no remunerados y a trabajar para la administración de los hospitales. Si bien el personal de los hospitales sindicalizados disfruta de mejores condiciones laborales, de más solidaridad y, lo que es más importante, de tener voz en su lugar de trabajo, la AFW llevaba sin crecer desde hacía varios años. Su Consejo Ejecutivo decidió ampliar su capacidad organizativa y sindicalizar los hospitales sin presencia sindical. Pero el éxito no fue tarea fácil.
La decisión de aplicar un modelo de organización se tomó democráticamente; contó con la participación de miembros y dirigentes y fue aprobada por votación en el Congreso de la AFW. El sindicato decidió crear un fondo exclusivo para la labor de organización (se dedicó el 15% del total de las cuotas de afiliación) y contratar a personal especializado. P<rimero identificaron los hospitales con potencial para ser sindicalizados y seleccionaron el Asian Hospital. Allí probaron un nuevo procedimiento para obtener el "reconocimiento" del sindicato, a través de una petición de los trabajadores y las trabajadoras. Aunque inicialmente obtuvieron más del 60 % de apoyo, los funcionarios gubernamentales que administraban el proceso hicieron la vista gorda cuando la gerencia del hospital comenzó a presionar a los trabajadores para que se retiraran y el sindicato se vio obligado a seguir el camino más tradicional de las elecciones. Incluso ahí, los gerentes del hospital lanzaron una agresiva ola de amenazas, intimidaciones, etc. Este intento de sindicalización fracasó, ya que el sindicato no consiguió el 50 % exigido por la ley. Pero, en lugar de dejar que la decepción diera al traste con sus planes, analizaron meticulosamente lo que había salido mal y elaboraron una lista de las siete lecciones aprendidas —una lista que sigue ocupando un lugar destacado en la oficina.
Éstas son lecciones clave:
Uno de sus principales hallazgos fue que las enfermeras no estaban suficientemente organizadas, a pesar de que constituyen la columna vertebral de los hospitales. Reconocieron la necesidad de dar a las enfermeras una voz más fuerte e independiente en el sindicato y en cualquier hospital en el que estuvieran presentes. Para ello, la AFW creó el Grupo de Trabajo de Enfermeras Colegiadas —una red dentro de la AFW que defiende específicamente los derechos de las enfermeras y actúa como una rama informal del sindicato— . Los miembros iniciales del Grupo de Trabajo de Enfermeras Colegiadas, provenientes de sus miembros y de los órganos de gobernanza, emprendieron una "gira para escuchar", y se desplazaron a todos los hospitales de la AFW para comprender mejor las preocupaciones y demandas específicas de las enfermeras.
La gira para escuchar resultó todo un éxito. Proporcionó a la AFW una base más sólida para organizar a las enfermeras, identificó a más líderes y delegados sindicales y permitió a las enfermeras plantear sus reivindicaciones colectivas a la gerencia luego de las reuniones.
Otra lección clave aprendida del fracaso inicial fue que la organización debe comenzar contando con un equipo central de líderes sindicales y de trabajadores/as respetados en todos los departamentos del hospital, antes de ponerla en marcha. Utilizando estas lecciones, el equipo de la AFW se dirigió al Hospital Providence, un hospital en el que trabaja personal transferido de uno de los hospitales sindicalizados cubiertos por la AFW. Estos trabajadores y trabajadoras fueron indispensables, ya que transmitieron al resto del personal un relato de esperanza sobre lo que un hospital sindicalizado puede lograr y aunó a un grupo de colegas de ideas afines, que encendieron la llama de la campaña y ayudaron a completar el mapeo necesario.
El fracaso anterior también permitió al equipo comprender mejor las tácticas para socavar al sindicato que podían aplicar los gerentes del hospital y, antes de la votación, previnieron al respecto a los trabajadores. Una de las tácticas más hostiles utilizadas fue despedir o suspender a los activistas sindicales del hospital. El sindicato llevó inmediatamente estos casos al Departamento de Trabajo y Empleo (DOLE) y logró que el hospital restableciera a varios de ellos. El sindicato sigue luchando por que se haga justicia con dos de los líderes sindicales despedidos.
La gerencia difundió desinformación sobre que implica la sindicalización de fuerza laboral, lanzó extrañas afirmaciones sobre los sindicatos, de los que dijo que "desalientan la individualidad" y hacen perder la libertad e instaron a los trabajadores y las trabajadoras a votar no. Pero los organizadores del sindicato estaban preparados y previamente habían inoculado al personal contra estas tácticas de miedo. En consecuencia, las campañas de la gerencia y los ataques contra los miembros de del sindicato a menudo fracasaron, suscitaron indignación entre los trabajadores e hicieron aumentar las conversaciones. La campaña sindical se convirtió en el centro de la mayoría de las charlas durante los descansos y las conversaciones informales.
El equipo ideó varias formas creativas de dar conocer la campaña entre las enfermeras del hospital. Una de los más populares fue la de repartir paquetitos de café instantáneo “3 en 1”, con mensajes impresos en ellos que informaban y alentaban a votar sí. Casi todas las enfermeras beben café durante sus turnos y los paquetitos se propagaron con rapidez.
El equipo inicial de organizadores continuó perfilando un mapa del hospital e identificando a los colegas activamente interesados, que se convirtieron en puntos de información. También conversaron con otros colegas en entornos más informales. Al final, este equipo cada vez más amplio logró hablar con todo el personal, que recibió toda la información sobre la campaña y al que invitaron a participar activamente en ella, de forma regular. Esto fue muy importante, porque la suspensión de algunos de los miembros del equipo básico habría mermado seriamente la campaña si no hubieran contado con otros trabajadores y trabajadoras capaces de transmitir el valor de la sindicalización.
Finalmente, cuando llegó el día de la votación, el equipo estaba nervioso pero orgulloso de haber llevado a cabo una campaña bien organizada y de poder sentir cómo crecía la solidaridad del personal, especialmente entre las enfermeras. Ganaron la votación con un 63% de votos a favor, muy por encima del 50% requerido. Hoy, un sólido equipo de delegados y delegadas y de miembros organizados confía en que podrán avanzar rápidamente en el proceso de negociación colectiva y llegar a un acuerdo impulsado por los miembros.
El éxito de la organización del Hospital Providence confirmó la determinación de los líderes de la AFW de continuar con este enfoque organizativo y ya tienen identificados otros dos hospitales con miembros listos para encabezar una campaña. La sindicalización puede mejorar radicalmente la vida de los trabajadores y las trabajadoras de la salud, además de la calidad de la atención ofrecida en este país con grandes necesidades sanitarias. Desde la ISP y SEIU continuaremos apoyando la estrategia para lograr que el personal de la salud disfrute de los derechos y del poder colectivo a los que tienen derecho.
* Las afiliadas de la ISP Visión (Suecia) y UNISON (Reino Unido) también contribuyó el apoyo hacia esta iniciativa de organización.