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Los investigadores Moniza Inam, periodista veterana del periódico Dawn y Sohail Javed, del Centro de Investigación en Economía Aplicada de la Universidad de Karachi, presentaron los resultados sorprendentes de una investigación que analizó dos aspectos esenciales de la vida y del trabajo de las LHW.
Las trabajadoras sanitarias (LHW, por sus siglas en inglés) forman parte del Programa nacional para la planificación familiar y la atención sanitaria primaria, iniciado en 1994. Bajo este programa, las mujeres proporcionan planificación familiar, cuidado prenatal y neonatal, servicios de inmunización y otros servicios de salud fundamentales para los niños y las mujeres en la comunidad. Se ha demostrado que las tasas de mortalidad materna e infantil son más bajas en las zonas donde las LHW participan activamente.
Las conclusiones de la investigación recogen que el 63% de las encuestadas constituyen el único sostén económico de la familia. No obstante, registraron un ingreso mensual medio de 15 245 PKR (137 euros), mientras que su gasto mensual ascendía a 29 567 PKR (265 euros). Las descripciones inciertas de puestos de trabajo, las largas jornadas laborales y los viajes erráticos son otras dificultades a las que se enfrentan regularmente. Normalmente los salarios no se pagan a tiempo, y la Asociación de Trabajadoras Sanitarias y Empleadas de All Sindh (ASLEHWA, por sus siglas en inglés) ha desempeñado un papel determinante a la hora de presionar al gobierno para desbloquear los salarios.
El programa constituye un importante empleador de mujeres en el sector no agrícola de las zonas rurales. En Pakistán hay 125 000 trabajadoras sanitarias, de las cuales 22 576 se encuentran en Sindh.
Su trabajo les permite superar la división de género en el espacio público y privado en una sociedad con una arraigada tradición patriarcal. Resulta doloroso que esto haya llevado a las LHW a sufrir humillación y maltrato verbal por parte de los miembros de las comunidades donde ejercen, violencia doméstica en el hogar y acoso sexual en el trabajo por sus compañeros en el sistema sanitario y sobre el terreno cometidos por miembros de la comunidad.
La mayoría de estos casos no se denuncian por temor a las repercusiones. En muchos casos, las LHW declararon que les preocupaba que sus familias les pidieran que abandonaran el trabajo o incluso que las repudiaran. Los casos de violencia extrema abarcan asesinatos orquestados por grupos fundamentalistas religiosos, que se estiman en 22 muertes desde 2012.
Las recomendaciones comprendieron la revisión de las estructuras salariales para que sean acordes a las cualificaciones profesionales, varias campañas de concienciación entre las LHW y sus compañeros del sistema sanitario sobre leyes y mecanismos relativos a la protección contra el acoso sexual. Por otra parte, deben ponerse en marcha mecanismos en los distintos distritos para supervisar los actos de violencia y acoso sexual cometidos por miembros de la comunidad.