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La desigualdad no es inevitable

13 Febrero 2014
Wage-led growth
Un nuevo libro de la OIT muestra que la brecha cada vez mayor entre ricos y pobres está en sólo en relacionada con el cambio tecnológico. La división es principalmente el resultado de políticas económicas e institucionales que preceden la crisis económica internacional y que fueron exacerbadas por la misma.

Cuando más de 2.500 dirigentes políticos y del mundo empresarial se reunieron en Davos el mes pasado, muchos consideraron que la creciente brecha entre ricos y pobres es una de las mayores amenaza para la economía mundial.
 
A lo largo de los últimos 20 años, la distribución del ingreso se ha inclinado a favor de los ricos, mientras que la situación económica relativa de los pobres y de muchos trabajadores de clase media se ha estado deteriorando en varios países, incluso en las potencias económicas mundiales como Estados Unidos, Alemania y China.
 
Según el nuevo libro de la OIT, titulado “Wage-led growth: An equitable strategy for economic recovery” (Un crecimiento impulsado por los ingresos: una estrategia equitativa para la recuperación económica), esta tendencia está en sólo en parte asociada con el cambio tecnológico.

La causa principal por la que los trabajadores reciben una porción menor del ingreso nacional es debido a las políticas de las últimas tres décadas, que han distribuido el ingreso en favor del capital y en contra del trabajo. Lo que se conoce como la participación de la renta del trabajo en la renta nacional comenzó a disminuir alrededor de los años 1980 en numerosas economías avanzadas, incluyendo Estados Unidos y Japón, y una tendencia similar ha sido observada durante los últimos años también en las economías emergentes, sobre todo en China.
 
Además, esta parte más pequeña del ingreso laboral fue distribuida de manera cada vez más desigual entre los trabajadores, con resultados impactantes.
 
El nuevo libro de la OIT presenta un panorama deprimente, pero conocido. En los países avanzados, la parte del ingreso que corresponde al trabajo disminuyó en promedio en alrededor de 10 puntos porcentuales en relación al nivel máximo alcanzado a finales de los años 1970. Esta reducción significativa esconde desigualdades aún más graves, ya que los mejores remunerados que constituyen el 1 por ciento están comprendidos en la parte del ingreso que corresponde al trabajo. Si no se considera este 1 por ciento privilegiado, la parte que los trabajadores comunes reciben disminuiría en entre 2 y 6 puntos porcentuales más.

Más información en el sitio web de la OIT

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