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La Asamblea General de las Naciones Unidas decidió en 1989 celebrar un Día Internacional para la Reducción de Desastres, cada 13 de octubre, para “propiciar una cultura global de prevención y reducción de los desastres”. Continuamos en plena temporada de huracanes, intensificada por el cambio climático, en el Caribe y el Golfo de México, donde se está demostrando la vulnerabilidad de los pequeños Estados insulares y comunidades costeras, además de la errónea política de desregulación y desarrollo frenético, como hemos podido presenciar en Texas.
Rosa Pavanelli, Secretaria General de la ISP, afirma: “Los gobiernos deben contar con las herramientas —legislativas, normativas y financieras— para proteger a toda la población de sus territorios. Tener un gobierno más débil no es la solución para la reducción de los desastres. Todos los niveles de gobierno deben reconocer el papel crucial que desempeñan sus equipos de emergencia —esos profesionales a los que se pide que dejen a sus familias y acudan a las zonas más peligrosas para salvar vidas y minimizar daños—. Estos trabajadores y trabajadoras no sólo merecen respeto, merecen protecciones, incluido su derecho afiliarse un sindicato y a negociar sus condiciones laborales. Estos profesionales deben estar formándose y capacitándose constantemente para ser eficaces en sus tareas de respuesta, incluidos los voluntarios supervisores o guías y especialistas de las ONG. Sin estos profesionales de los servicios de urgencia, el número de muertes y heridos sería inevitablemente mayor”.
La ISP insta a las Naciones Unidas a prestar más atención a la labor de estos profesionales públicos, sobre todo en las regiones vulnerables. Con demasiada frecuencia no se valora su actuación, en concreto en el Marco Sendai y de las agencias de la ONU que trabajan en la reducción de desastres. La ISP está colaborando con la OIT para preparar la Reunión de Expertos de 2018 que adoptará las Directrices sobre el Trabajo Decente en los Servicios Públicos de Urgencia, y utilizará sus resultados en todos los niveles de gobierno para proteger a nuestros miembros y que puedan realizar su labor de forma segura y profesional.
Pavanelli añade: “No comprendo cómo podemos pedir al personal de emergencias que arriesgue su vida para salvar la de otros y no dotarles de las herramientas necesarias para realizar su trabajo. El cambio climático está trayendo más tormentas extremas, incendios descontrolados y epidemias, por eso debemos dotar incluso mejor a los profesionales públicos de los servicios de emergencia para luchar por salvar vidas. Además, las guerras y el terrorismo están provocando un sinfín de víctimas, también entre el personal de emergencias. Los Gobiernos piden a estos trabajadores y trabajadoras que sacrifiquen su vida sin concederles sus derechos humanos fundamentales. Esto debe cambiar. Debemos homenajear a nuestros héroes no cuando ya han muerto o resultado heridos. Es imprescindible dotarles adecuadamente antes de tiempo, que puedan trabajar en las comunidades para anticipar realmente y prevenir que se produzcan víctimas. El Congreso de la ISP que celebramos a finales de octubre incluirá esta cuestión entre nuestras prioridades, en todo el mundo”.
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Página Emergencias y desastres