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La OIT calcula que un sistema adecuado de atención sanitaria requiere 41 trabajadores sanitarios por cada 10.000 personas. Liberia tiene 3 trabajadores sanitarios por cada 10.000 personas y fue el tercer país afectado por la crisis del ébola, y el más afectado, de los tres países de la cuenca del río Mano, con más de 4.800 muertes y 10.672 infecciones registradas. Según la OMS, en el momento máximo de transmisión, en agosto y septiembre de 2014, Liberia notificaba entre 300 y 400 nuevos casos a la semana.
El sector de la salud en Liberia acababa de empezar a recuperarse de las consecuencias de años de guerra civil cuando estalló la crisis del ébola. En este país, con un sistema de salud sin la financiación y los recursos necesarios, con miles de trabajadores sanitarios mal remunerados o que han trabajado como voluntarios durante años, rápidamente quedó claro que los trabajadores sanitarios fueron los más afectados y pagaron el precio de las malas condiciones de trabajo, el sistema inadecuado y la falta de protección. El Gobierno y otras partes interesadas ignoraron la reivindicación de los sindicatos de protección, mejores condiciones laborales e incentivos/primas para mantener al personal sanitario en sus puestos de trabajo en circunstancias tan peligrosas.
El Gobierno de Liberia no tenía planes de proteger a los proveedores de atención sanitaria; en la última década no se ha vacunado a ningún trabajador sanitario contra ninguna enfermedad ni se ha establecido una división para la salud y la seguridad en el trabajo en los lugares de trabajo. El ébola no ha cambiado esta actitud.
Ante la falta de medidas por parte de los gobiernos de los tres países para proteger a los trabajadores sanitarios, los propios sindicatos tuvieron que actuar. En Sierra Leona, por ejemplo, los sindicatos pidieron a los trabajadores sanitarios que no trataran a los pacientes si no había protección a su disposición, con el objetivo de intentar frenar la tasa de mortalidad entre los trabajadores sanitarios.
En Liberia, los dos sindicatos de trabajadores sanitarios, National Health Workers' Association of Liberia (NAHWAL) y National Private Sector Health Workers' Union of Liberia (NPSHWUL), organizaron protestas. NAHWAL, que representa a los trabajadores sanitarios del sector público, no está oficialmente reconocido como sindicato, ya que el Gobierno de Liberia no permite a los funcionarios afiliarse a un sindicato, a pesar de haber ratificado el convenio de la OIT relativo al derecho de sindicación.
Aunque NAHWAL ha seguido todos los procedimientos pertinentes, como pagar el impuesto del registro mercantil como sindicato durante dos años consecutivos, se le ha negado el certificado de registro como sindicato. El Ministerio de Trabajo nunca ha respondido oficialmente a las solicitudes de clarificación enviadas por escrito. Este hecho tiene consecuencias importantes para el sindicato, como la privación del derecho a la negociación colectiva y a recaudar las cuotas de afiliación.
En febrero de 2014, después de que el Gobierno incumpliera los acuerdos de negociaciones anteriores, los trabajadores sanitarios fueron a una huelga nacional. El Gobierno respondió contratando a estudiantes sin licencia, a los que se prometió salarios tres veces superiores a lo normal. Muchos no recibieron ninguna remuneración.
Veintidós dirigentes sindicales de todo el país fueron despedidos sin posibilidad de audiencia por el Ministro de Salud de Liberia. Tras una intervención de casi todas las partes interesadas, 20 fueron reincorporados, pero Joseph S. Tamba y George Poe Williams, Presidente y Secretario General de NAHWAL respectivamente, todavía no han sido readmitidos. Sus cuentas están bloqueadas desde mayo de 2015.
La responsable del condado de Bong, Martha C. Morris, una dirigente prominente de NAHWAL, fue una de las dirigentes de NAHWAL despedidas. Al final fue reincorporada a su puesto, pero su nombre fue eliminado de la nómina durante ocho meses. Martha, enfermera dental y supervisora de un departamento, defendió y consiguió que se construyera una unidad de tratamiento del ébola en el condado de Bong. Gracias a su coordinación y su firme defensa, la división de NAHWAL del distrito de Bong se convirtió en el baluarte del sindicato. Sin embargo, tras criticar abiertamente las condiciones laborales y los salarios del personal de la unidad, Martha nunca recibió los ocho meses de salario que se le debían.
El representante de NAHWAL en el condado de River Cess, Borris Grupee, fue trasladado de Cesto City a una aldea aislada para impedir que supervisara los asuntos de NAHWAL en ese condado. Otros dirigentes y activistas sindicales han recibido amenazas similares en todo el país.
Otros sindicatos también fueron víctimas de ataques: el Presidente y el Secretario General de Roberts International Airport Workers Union (RIAWU) fueron despedidos y el convenio colectivo firmado entre la dirección y los trabajadores de RIA fue suspendido.
En octubre de 2014, cuando los trabajadores sanitarios fueron a la huelga para pedir prestaciones por peligrosidad y equipos de protección, el Gobierno contrató a personas desempleadas, algunas de las cuales ni siquiera eran profesionales sanitarios. Asimismo, amenazó con despedir a quienes no fueran a trabajar.
Situación actual
Afortunadamente para los tres países afectados por el ébola, la comunidad internacional intervino con dinero, logística y recursos humanos. Ahora, al final del periodo de emergencia, hay material para la prevención y control de la infección disponible. Se debe mantener este nivel actual de disponibilidad en todo momento para evitar que se repita en el futuro el enorme número de muertes entre los trabajadores sanitarios y la población. Los trabajadores sanitarios siguen necesitando formación y cursos de repaso contantes sobre el control del ébola impartidos por la OMS y otros socios para estar preparados en todo momento.
La represión sindical continúa, ya que los sindicatos de los trabajadores sanitarios no están incluidos en ninguna consulta con el Gobierno, que sigue amenazando a los dirigentes sindicales con despedirlos e intimidando a los trabajadores que no tienen seguridad laboral y por lo tanto prefieren conservar sus empleos mal remunerados en un país en el que el desempleo es generalizado. Muchos afiliados temen que se les asocie con los sindicatos y no participan en reuniones, y mucho menos en acciones colectivas. Esto debilita gravemente el movimiento sindical y requiere capacitación y dotarles de capacidad de acción, así como una campaña elaborada para hacer que los dirigentes actuales de Liberia respeten los convenios de la OIT relativos al derecho de sindicación y la libertad sindical
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