Los resultados de décadas de globalización impulsada por las empresas son evidentes para la mayoría del mundo. El desempleo continúa afligiendo a millones de personas y afecta especialmente a la juventud trabajadora. La desigualdad continúa creciendo y se está socavando la calidad de los servicios públicos y de los derechos laborales. La liberalización y la especulación financiera en los mercados de materias primas han provocado fluctuaciones ruinosas en los precios de los alimentos y escaseces que causan males indecibles y muertes evitables. La crisis económica mundial inducida por las medidas temerarias y sin regular de los mercados financieros privados infligió sufrimientos inefables a los trabajadores y trabajadoras y ahora se está utilizando como justificación para implementar programas de austeridad punitivos y erróneos.