Especialmente desde Seattle, en 1999, los sindicatos y los movimientos por la justicia regional y mundial han estado luchando contra los acuerdos comerciales injustos. Estos acuerdos forman parte del proceso de liberalización del comercio. A lo largo de las Américas, las personas han visto y están sintiendo los impactos negativos del libre comercio injusto: la pérdida de los mercados locales, especialmente de los productos agrícolas; salarios deprimidos; menores ingresos fiscales; la migración de los trabajadores.
Además, los derechos de los trabajadores, los derechos de la mujer y los derechos de los pueblos indígenas han sido blanco de ataques y hay una creciente falta de respeto por los derechos humanos básicos. Los servicios públicos, incluidas las compras públicas, así como el desarrollo industrial, también están sintiendo los efectos negativos. La ronda de Doha de negociaciones multilaterales está en crisis y los privatistas están presionando a favor de acuerdos de libre comercio bilaterales y regionales. Muchos países de las Américas están simultáneamente participando en negociaciones bilaterales y multilaterales con Canadá, los EE.UU., la Unión Europea y Asia.