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Desde Katmandú se trasladó a Sindhupalchowk, cerca del epicentro del seísmo, y a otras pequeñas poblaciones donde las afiliadas a la ISP están respondiendo en primera línea a esta catástrofe. He aquí el testimonio de Kannan sobre su visita.
3 de mayo de 2015
Cuando el avión se aproximaba a Katmandú, el piloto anunció: “Tendremos un considerable retraso en la hora de llegada ya que no hay disponibilidad para aterrizar en el aeropuerto Tribuvan de Katmandú debido al gran número de aviones de auxilio que están llegando”. En circunstancias normales me habría incomodado un anuncio así pero, esta vez, me alegró saber que el retraso se debía a la ayuda que la comunidad internacional está enviando a la población de Nepal. Al escribir estas líneas, asciende ya a 6,000 el número de víctimas mortales del terremoto que asoló Nepal el 25 de abril de 2015.
Ese mismo día, las afiliadas nepalíes a la ISP iniciaron de inmediato las labores de rescate. La Unión Nepalí de Empleados de Servicios Civiles (NCSEU) instó a sus miembros a colaborar en las tareas de rescate, mientras la Organización de Profesionales de Servicios de la Salud de Nepal (HEPON) se encargó de responder a las necesidades sanitarias de la población.
Responsables de los cinco sindicatos nepalíes afiliados a la ISP —la Unión Nepalí de Empleados de Servicios Públicos (NCSEU), Unión de Servicios Públicos en Nepal (UPSIN), Organización de Profesionales de Servicios de la Salud de Nepal (HEPON), Unión Nepalí de Trabajadores de Aduanas y Aeropuertos (NCAWU) y la Unión de Trabajadores Cinematográficos de Nepal (NFWU)— unieron fuerzas para coordinar y unificar sus esfuerzos. Identificaron como los distritos más afectados:
NCSEU y HEPON, con la asistencia de los comités de distrito, se encargaron de la coordinación de las medidas de rescate y auxilio.
Les ofrecí pastillas para purificar el agua y mascarillas donadas por las afiliadas indias de la ISP, que resultaron un complemento muy útil en las labores de socorro.
4 de mayo de 2015
Acompañé al Secretario General de la NCSEU y al Presidente de la NFWU a Sindhupalchowk, a cuatro horas de distancia en automóvil desde Katmandú. Este es el distrito más afectado y los materiales de auxilio apenas comenzaban a llegar. En el centro de Sindhupalchowk podía verse el deslizamiento del terreno provocado por el terremoto.
Tras otro trayecto en auto de una hora, llegamos a Pokhairiya, donde quedé horrorizado ante la extensión de la devastación causada por el seísmo. Siete casas de madera habían quedado reducidas a escombros y los habitantes estaban alojados en un refugio improvisado hecho de hojalata.
Los estragos eran patentes por todas partes.
El Hospital del Distrito había sufrido daños considerables, así que tuvieron que montar un hospital provisional en una tienda de campaña que funciona desde el 2 de mayo a pleno rendimiento.
Me impresionó la excelente labor que están llevando a cabo los profesionales de la salud nepalíes en condiciones tan difíciles. Damos fe del valioso trabajo que están realizando compañeras enfermeras, paramédicos, doctores y demás profesionales sanitarios. El personal militar que transportaba a las personas afectadas me informó que 164 personas habían recibido asistencia médica ese día. Los empleados y empleadas de los servicios de salud pública están demostrando a gobiernos, instituciones financieras internacionales y compañías multinacionales el éxito del sistema sanitario público, cuya importancia es mayor si cabe en momentos de emergencias y catástrofes.
Nos reunimos con el Responsable Adjunto de la Administración del Distrito, encargado de supervisar las medidas de rescate y ayuda. Expresó su agradecimiento a todos los funcionarios públicos y al sindicato, por coordinar las labores de gestión de la catástrofe a través de las autoridades militares, policiales y fiscales. A pesar de los daños sufridos por el edificio que alberga las oficinas de la administración del distrito, los funcionarios pasan con frecuencia días y noches completos en las oficinas y están permanentemente de guardia.
A pesar del dolor que produce ver las ruinas de lo que hasta ahora eran hogares, volví a Katmandú más consciente del papel vital que desempeñan los trabajadores y trabajadoras públicos —ya sean empleados del gobierno, trabajadores sanitarios o electricistas— en la respuesta a la catástrofe.