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* El artículo fue publicado originalmente en The Guardian
Poner fin a la elusión fiscal corporativa para poder financiar nuestros servicios públicos es necesario y popular. Las élites mundiales se aprovechan del mito de que no hay suficiente dinero para sufragar los servicios públicos de calidad. No escatiman esfuerzos para ocultar a la opinión pública la verdad sobre la evasión y la elusión fiscal. Nos corresponde a nosotros sacarlo a la luz.
Por todo ello, la Internacional de Servicios Públicos y nuestros sindicatos afiliados, junto con la Alianza Global por la Justicia Fiscal y organizaciones de la sociedad civil aliadas nos unimos para conmemorar el Día de las Naciones Unidas para la Administración Pública, el 23 de junio, y destacar la necesidad urgente de frenar esta sangría fiscal, para poder financiar los servicios públicos.
Para aumentar la transparencia tributaria reclamamos que las empresas reporten públicamente país por país, además de protección para los informantes que sacan a la luz los abusos, el establecimiento de un organismo fiscal internacional en el marco de la ONU para establecer una normativa fiscal de alcance mundial y monitorizar el oscuro flujo de capitales y los niveles mínimos de los impuestos de sociedades, para frenar la espiral descendente en la que estamos sumidos.
En el Reino Unido, llevan décadas diciéndonos que nos resignemos a que, simplemente, no hay dinero para financiar nuestros servicios públicos de forma adecuada. Llevamos años presenciando privatizaciones, recortes en la educación, la sanidad y la vivienda pública, la introducción del principio del usuario paga y, a continuación, el aumento de las tarifas de los servicios. Y hemos sido testigos de la congelación de los salarios del personal que trabaja en primera línea ofreciendo servicios básicos.
Pero, desde hace poco, se han empezado a filtrar a la opinión pública un aluvión de noticias que nos revelan una imagen muy distinta sobre la supuesta “falta de dinero”: nos referimos a las filtraciones como el LuxLeaks o los documentos del HSBC, al igual que los recientes Papeles de Panamá.
Se estima (pdf) que la cantidad total de dinero acumulado en paraísos fiscales supera los 20 billones de dólares (£15.8 billones). El economista Jeffrey Sachs calcula que el coste total de acabar con la pobreza extrema en todo el mundo sería una fracción de dicha cantidad: alrededor de 3.5 billones de dólares (£2.8 billones).
El torpe intento de la primera ministra británica Theresa May de convencernos de que no hay un árbol mágico que dé dinero ilustra cómo confían las élites en que nadie cuestione esta paradoja.
Hasta hace poco, incluso los líderes políticos progresistas interiorizaban la idea de que reformar la tributación para financiar los servicios públicos es económica y políticamente inviable.
Pero la gente de a pie está abriendo los ojos ante el fraude masivo perpetrado contra ellos. Como la enfermera que se enfrentó a May. Pero podría haber sido un bombero, preguntando porqué se han recortado 10.000 empleos en la brigada contra incendios. O un pensionista. O una persona que alquila una vivienda de protección.
Todos estamos viendo cómo se disparan los beneficios de las multinacionales, cómo los gobiernos rescatan a los bancos, mientras a nosotros, los ciudadanos y ciudadanas, nos dejan con escuelas, servicios sanitarios, de vivienda o infraestructuras sin la financiación suficiente, a veces con consecuencias letales y trágicas.
Resulta difícil creer que nuestros líderes no entienden el problema. Es más probable que carezcan de voluntad para actuar.
Basta con sacar a la luz a quienes se benefician de estas obscenidades para suscitar la indignación popular: debemos continuar en esta línea.
Las filtraciones recientes destapan las conexiones entre millonarios, políticos del más alto nivel y la elusión fiscal mundial. Sólo una filtración, de una compañía panameña, implicó a cinco jefes de Estado en funciones, a dos antiguos jefes de Estado, cuatro ex primeros ministros y 61 familiares y asociados de primeros ministros, reyes y presidentes de China, Reino Unido, Australia, Malasia y México —entre ellos, el padre de David Cameron—. Amber Rudd apareció más tarde en las filtraciones del Bahamas leaks.
El impulso que recibieron los laboristas después que colocaran el tema de la reforma fiscal en el centro de su manifiesto y el de Bernie Sanders en los Estados Unidos, demuestra que estas políticas, además de fundamentales, son también políticamente populares.
Necesitamos apoyar a los políticos y partidos dispuestos a combatir la elusión fiscal. Porque si no podemos ofrecer alternativas audaces para abordar la desigualdad y garantizar el acceso universal a los servicios públicos, corremos el riesgo de perder terreno ante las falsas promesas y el miedo infundido por la extrema derecha.
Conseguir que los más ricos y las corporaciones multinacionales paguen los impuestos que equitativamente les corresponden siempre ha sido la mejor forma de financiar los servicios públicos de calidad. Pero nuestros políticos necesitan comprender que ello podría llevarles, además, a ser elegidos en las urnas.
Rosa Pavanelli es Secretaria General de la Internacional de Servicios Públicos y Presidenta del Consejo de los Global Unions.